Envueltos de maíz chocoanos: Un legado de persistencia y tradición Por: Erika Valentina López Panesso
En las calles de Quibdó- Chocó, donde la economía informal sustenta miles de familias, la historia de Marcia Panesso Córdoba (62 años) destaca como un testimonio de resiliencia y tradición por más de tres décadas, esta mujer ha dedicado su vida a la venta de envueltos de maíz, un oficio heredado de su abuela Marciana Palacios y su madre Eloisa Córdoba. Lo que comenzó como un sustento básico se convirtió en el motor que permitió criar y sostener a sus cuatro hijos, donde uno de ellos hoy en día es abogado y personero del municipio de Beté. Esta crónica reconstruye no solo el proceso artesanal detrás de los envueltos, sino su impacto como símbolo de persistencia en la región del Chocó.
En el Pacífico colombiano, el maíz trasciende su valor nutricional para convertirse en un símbolo cultural tallado en la memoria afrodescendiente. Desde los patios donde se tuesta en fogones de leña hasta las manos que lo transforman en envueltos, este grano dorado guarda historias de resistencia, espiritualidad y comunidad.
Todo comienza en la noche anterior, cuando el maíz se deja cocinado. Al amanecer, Marcia —con la precisión de quien ha repetido el mismo proceso 30 años, lava los granos y los pasa por el molino eléctrico. La primera molienda no basta; el proceso exige paciencia: lavar de nuevo, triturar otra vez, hasta que la masa quede en una consistencia homogénea. Luego, sus manos añaden el toque final: un puñado de sal o el dulce aroma del cocó rallado.
LA DIFERENCIA DEL PRODUCTO:
Los envueltos de Marcia se
destacan por su variedad y sabor:
• Maíz chispeado (con o sin sal).
• Maíz choclo (tierno).
• Variante con coco rallado, un
toque tradicional del Pacífico colombiano.
La masa se envuelve en hojas de catuga, recolectadas en pueblos del río Atrato por comerciantes locales que las distribuyen en el mercado. Esta hoja no solo aporta aroma, sino que garantiza una cocción uniforme al vapor.
Antes, Marcia recorría Quibdó pregonando su producto; ¡ENVUELTOSSS CALIENTESS!, gracias a la estabilidad del negocio tiene un puesto fijo en la Plaza Satélite (Barrio Yesca Grande). Donde continúa con este legado ofreciendo productos de calidad a la comunidad Quibdoseña.
Del maíz a un título profesional
Con los ingresos de este negocio, Marcia logró criar a sus 4 hijos y con esfuerzo construir su casa propia, entre esos logros, su hijo menor se graduó como abogado en la Universidad Tecnológica del Chocó (2017-2018). Hoy, él ejerce como personero de Beté y docente universitario, de la misma universidad donde se graduó, un caso excepcional en un departamento donde solo el 12.5% de la población accede a la educación superior (DANE, 2023).
"Fue decisivo. Cuando entré a Derecho en la Universidad Tecnológica del Chocó, mi mamá no dudó: 'Usted siga, que con los envueltos sacamos ese estudio adelante'. Con lo que ella ganaba, pagamos mis fotocopias los pasajes y hasta los derechos de grado. Hubo meses difíciles a veces llovía y no se vendía-, pero ella siempre encontraba el modo, Hoy, como personero y docente, repito su ejemplo: lucho por quienes, como
ella, no se rinden. Cada envuelto vendido fue un peso menos para pagar sus libros" afirma, Edwin Asprilla.
Por tres generaciones, este humilde negocio ha desafiado el tiempo, la pobreza y las adversidades, transformando granos en oportunidades y esfuerzo en títulos profesionales. Cada envuelto que Marcia amasa Lleva consigo el peso de la tradición, la terquedad de quien se niega a rendirse y la dulzura de los sueños cumplidos y algunos próximos cumplirse. Este no es un simple alimento callejero, es un monumento a las mujeres que, con manos laboriosas y corazón indomable, tejen el futuro y la tradición de un pueblo entero.
La historia de Marcia no es solo la de una receta heredada; es la del Chocó que se abre paso entre adversidades. En cada envuelto hay un relato de mujeres (su abuela, su madre, ella) que convirtieron el maíz en futuro. Mientras el Atrato sigue fluyendo y los clientes repiten "dame uno con cocó", su estadía en la plaza satélite es el lugar donde las personas van y consumen este alimento. Un recordatorio de que si se tiene un sueño hay que trabajar por cumplirlo y aprender a sobrellevar las adversidades y siempre ser persistente hasta el final. Y así, entre moliendas y hojas verdes, Marcia Panesso sigue escribiendo —sin proponérselo— la crónica dulce y salada de su tierra.
Estudiante Programa de Comunicación Social y Periodismo ,Quibdó Junio 4 de 2025




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